miércoles, 9 de diciembre de 2009

Reloj



12.15 a.m. de un martes cualquiera.
Las horas pasan tan lentamente.
Desearía tener polvos mágicos para llegar a donde nadie a llegado.
Conocer el lugar que nadie conoció jamás.
Sobrevolar la ciudad con la elegancia que nadie jamás tuvo.
Las 12.17 de ese mismo martes cualquiera.
Un montón de neuronas hacen sinapsis en este momento.
Son tantas que nisiquiera sé cuantas son.
Escribir se torna lento cuando el tiempo pasa lento, pero corre rápido a paso seguro.
Las 12.18 en este martes cualquiera.
Descubro que no es tan cualquiera.
Un montón de cosas que hacer... demasiadas.
No me gusta pensar.
No me gusta dormir.
No me gusta nada.
Quiero volar la ciudad, ya lo dije?
Creo que si.
Las 12.19 en este mismo martes, no tan cualquiera.
Un minuto para apagar mi cerebro.
Un minuto para estar en pausa.
Un minuto para no hacer nada.

Las 12.20 a.m.
Es increíble lo que se puede hacer en 5 minutos!

Reloj



12.15 a.m. de un martes cualquiera.
Las horas pasan tan lentamente.
Desearía tener polvos mágicos para llegar a donde nadie a llegado.
Conocer el lugar que nadie conoció jamás.
Sobrevolar la ciudad con la elegancia que nadie jamás tuvo.
Las 12.17 de ese mismo martes cualquiera.
Un montón de neuronas hacen sinapsis en este momento.
Son tantas que nisiquiera sé cuantas son.
Escribir se torna lento cuando el tiempo pasa lento, pero corre rápido a paso seguro.
Las 12.18 en este martes cualquiera.
Descubro que no es tan cualquiera.
Un montón de cosas que hacer... demasiadas.
No me gusta pensar.
No me gusta dormir.
No me gusta nada.
Quiero volar la ciudad, ya lo dije?
Creo que si.
Las 12.19 en este mismo martes, no tan cualquiera.
Un minuto para apagar mi cerebro.
Un minuto para estar en pausa.
Un minuto para no hacer nada.

Las 12.20 a.m.
Es increíble lo que se puede hacer en 5 minutos!