sábado, 6 de febrero de 2010

Experiencias.


En el silencio de mis noches...
para la frialdad de mis dias, que son tantos.
para la oscuridad de mis noches, que son tantos.
Para mi misma, como recuerdo de lo que es la precaución.


Inicio esto sin saber como iniciar.
Las cosas tienen principio y fin, las situaciones tienen principio y fin.
Muchas cosas tienen principio y fin, pero yo misma no sabía cual era mi principio y fin.
Creo que muchas veces he hablado de algunos de mis traumas, de mis problemas, de las cosas y circunstancias que me han hecho ser quien soy.
Y siempre fui yo. Creí que con ser yo misma bastaría para hacer feliz a alguien, para ser la sonrisa de alguien más. Creí que asi era.
Siempre fuí feliz, cautelosamente. Porque mis traumas me mantenían apartada, alejada comódamente de todo aquello que simulara una amenaza para mi seguridad personal. Y después el amor me hizo caer de nuevo. Fue bueno, lo disfruté hasta el último segundo.
Pero como todo tiene un principio y un fin, me encuentro aquí, instalada comódamente de nuevo en mi soledad. Y es que creo que es más fácil asi, porque sola me es imposible dañar a alguien más que no sea yo misma. Es más fácil dañarme a mi misma y pagar yo misma el precio de los daños. Muchas veces lo he pagado, así que una vez más, no importaba.

Y como leí varias veces, bien dicen que los amores hay que experimentarlos en carne ajena, y los quereres en carne propia.

Experiencias.


En el silencio de mis noches...
para la frialdad de mis dias, que son tantos.
para la oscuridad de mis noches, que son tantos.
Para mi misma, como recuerdo de lo que es la precaución.


Inicio esto sin saber como iniciar.
Las cosas tienen principio y fin, las situaciones tienen principio y fin.
Muchas cosas tienen principio y fin, pero yo misma no sabía cual era mi principio y fin.
Creo que muchas veces he hablado de algunos de mis traumas, de mis problemas, de las cosas y circunstancias que me han hecho ser quien soy.
Y siempre fui yo. Creí que con ser yo misma bastaría para hacer feliz a alguien, para ser la sonrisa de alguien más. Creí que asi era.
Siempre fuí feliz, cautelosamente. Porque mis traumas me mantenían apartada, alejada comódamente de todo aquello que simulara una amenaza para mi seguridad personal. Y después el amor me hizo caer de nuevo. Fue bueno, lo disfruté hasta el último segundo.
Pero como todo tiene un principio y un fin, me encuentro aquí, instalada comódamente de nuevo en mi soledad. Y es que creo que es más fácil asi, porque sola me es imposible dañar a alguien más que no sea yo misma. Es más fácil dañarme a mi misma y pagar yo misma el precio de los daños. Muchas veces lo he pagado, así que una vez más, no importaba.

Y como leí varias veces, bien dicen que los amores hay que experimentarlos en carne ajena, y los quereres en carne propia.