viernes, 12 de marzo de 2010

Placer culposo... pero es placer.

Había cosas que era mejor no saber, así como había cosas que era mejor no decir.

El tiempo seguía pasando, cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo.
Han pasado ya dos años. Dos largos años que me prohiben seguir. Y hoy me dí cuenta, hoy pude notar que es lo que estaba mal.
Y no era él, claro que no. No eran sus amigos, no era su familia, no era el ambiente ni el tiempo.
El, por supuesto, había encontrado una manera de seguir adelante, con sus propios castigos y sufrimientos. A su vez, había encontrado un compañero fiel, que según sabía, había logrado permanecer a su lado, intensificando la relación, buscando más de lo que algún día pudo tener conmigo. Lo que le dí no fue suficiente, claro, por eso se había buscado a alguien más, remplazandome como si con su remplazo estuviera quemando mi alma, parte por parte.

Sus amigos había continuado a su lado, pero despues de cierto tiempo terminaron alejandose, así como todos se van. Y un maldito día él se pudo encontrar solo, con su soledad como única compañía. Pero, igual pudo notar que ese compañero seguía a su lado, fortaleciendose, firme como una roca.
Su familia, sus amigos, la gente que el consideraba valiosa, todos fueron cayendo, uno a uno, alejandose, dando importancia a cualquier otra cosa, y así fué como un día el se encontró terriblemente solo.

Mientras todo esto pasaba, yo también pagaba mi parte de errores. Tenía una deuda grandisima con el karma, quién a cada momento me recordaba que había algo que saldar. Y así fué.
Así ha sido desde hace dos años, que han sido los más largos de mi vida.

Pero, al igual que él, un día pude notar que estaba cansandome, estaba harta de ser un recuerdo constante de lo que había perdido.
Esta es una nota a ti.
Tu sabes quién eres, no pretendo mencionarte, porque he olvidado tu nombre, tu dirección y tu cuerpo. He olvidado todo lo que algún día sentí. Todo. Todo se ha ido.


Fui yo quién siempre te impidió irte, fui yo. Así como tu me usaste, igual te usé a ti. Te usé como escudo, como barrera para protejerme. Y cuando me dañaban, fue a ti a quién dañaron. Porque te usé como tu me usaste a mi.
Te usé. Lo hice, y en la misma manera, no me arrepiento de haberlo hecho. Pero como lo dije antes, me harte de usarte. Me harte de adjuntarte a ti todos mis dolores, todas mis penas, todo mi sufrir tenía nombre y ese nombre era el tuyo. Pero me harté, me cansé, me llene de asco hacia ti. Eso es lo que eres: cansancio, aburrimiento, asco, todo esto sazonado con un toque de perversión. Asi fué, asi fué siempre, recuerdas?
Yo puedo recordartelo, porque de alguna extraña manera siempre quiero más de tu veneno, más del asco que me provocas.
Eres mi placer culposo, aquel que vuelve a envolverme en sus alas, asfixiandome, matandome, hiriendome, pero todo con amor.
Tus caricias son golpes, y tu amor es odio.
Esto es lo que eres, es lo que has sido 18 años, toda tu vida siendo esto, tanto tiempo... tanto, que dudo que algún día puedas cambiar.
Y mientras él, tu perfecto compañero de vida, de cama, de pasiones y lujurias... mientras él se va, tu vuelves aquí... a mi, porque sabes que siempre estaré aqui... y no puedo evitar pensar en él, pobre idiota! Ese iluso, que piensa que reteniendo tu cuerpo retiene tu alma... no puedo evitar pensar en él... no puedo! Pobre idiota... si, tan pobre como yo, que vuelvo una y otra vez a tu cuerpo, templo vital de tu amargura.

Placer culposo... pero es placer.

Había cosas que era mejor no saber, así como había cosas que era mejor no decir.

El tiempo seguía pasando, cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo.
Han pasado ya dos años. Dos largos años que me prohiben seguir. Y hoy me dí cuenta, hoy pude notar que es lo que estaba mal.
Y no era él, claro que no. No eran sus amigos, no era su familia, no era el ambiente ni el tiempo.
El, por supuesto, había encontrado una manera de seguir adelante, con sus propios castigos y sufrimientos. A su vez, había encontrado un compañero fiel, que según sabía, había logrado permanecer a su lado, intensificando la relación, buscando más de lo que algún día pudo tener conmigo. Lo que le dí no fue suficiente, claro, por eso se había buscado a alguien más, remplazandome como si con su remplazo estuviera quemando mi alma, parte por parte.

Sus amigos había continuado a su lado, pero despues de cierto tiempo terminaron alejandose, así como todos se van. Y un maldito día él se pudo encontrar solo, con su soledad como única compañía. Pero, igual pudo notar que ese compañero seguía a su lado, fortaleciendose, firme como una roca.
Su familia, sus amigos, la gente que el consideraba valiosa, todos fueron cayendo, uno a uno, alejandose, dando importancia a cualquier otra cosa, y así fué como un día el se encontró terriblemente solo.

Mientras todo esto pasaba, yo también pagaba mi parte de errores. Tenía una deuda grandisima con el karma, quién a cada momento me recordaba que había algo que saldar. Y así fué.
Así ha sido desde hace dos años, que han sido los más largos de mi vida.

Pero, al igual que él, un día pude notar que estaba cansandome, estaba harta de ser un recuerdo constante de lo que había perdido.
Esta es una nota a ti.
Tu sabes quién eres, no pretendo mencionarte, porque he olvidado tu nombre, tu dirección y tu cuerpo. He olvidado todo lo que algún día sentí. Todo. Todo se ha ido.


Fui yo quién siempre te impidió irte, fui yo. Así como tu me usaste, igual te usé a ti. Te usé como escudo, como barrera para protejerme. Y cuando me dañaban, fue a ti a quién dañaron. Porque te usé como tu me usaste a mi.
Te usé. Lo hice, y en la misma manera, no me arrepiento de haberlo hecho. Pero como lo dije antes, me harte de usarte. Me harte de adjuntarte a ti todos mis dolores, todas mis penas, todo mi sufrir tenía nombre y ese nombre era el tuyo. Pero me harté, me cansé, me llene de asco hacia ti. Eso es lo que eres: cansancio, aburrimiento, asco, todo esto sazonado con un toque de perversión. Asi fué, asi fué siempre, recuerdas?
Yo puedo recordartelo, porque de alguna extraña manera siempre quiero más de tu veneno, más del asco que me provocas.
Eres mi placer culposo, aquel que vuelve a envolverme en sus alas, asfixiandome, matandome, hiriendome, pero todo con amor.
Tus caricias son golpes, y tu amor es odio.
Esto es lo que eres, es lo que has sido 18 años, toda tu vida siendo esto, tanto tiempo... tanto, que dudo que algún día puedas cambiar.
Y mientras él, tu perfecto compañero de vida, de cama, de pasiones y lujurias... mientras él se va, tu vuelves aquí... a mi, porque sabes que siempre estaré aqui... y no puedo evitar pensar en él, pobre idiota! Ese iluso, que piensa que reteniendo tu cuerpo retiene tu alma... no puedo evitar pensar en él... no puedo! Pobre idiota... si, tan pobre como yo, que vuelvo una y otra vez a tu cuerpo, templo vital de tu amargura.