viernes, 14 de diciembre de 2012

Inspiración a las dos de la mañana.

Alguna noche de diciembre.
Dos quince a.m.

Paseando por la ciudad, de noche, tomados de la mano con un frío que me entumecía las mejillas.
Tu ahí, yendo por la vida sin saber lo que tu respiración me daba.
Me abrazas, cálidamente dentro de tanto frío.
Caminamos pues sin dirección y sin notarlo entramos a ese callejón que bien podría representar una de las calles del antiguo Guanajuato: tan romántico con esas penumbras, lleno de casitas antiguas, arboles silenciosos y todo éste escenario siendo testigo de la imagen que ahí acontece. El cuadro perfecto: un escenario romántico con dos enamorados de la mano.

Caminando lentamente, y tu ni siquiera imaginas lo que pasa por mi mente. Tantas dudas, tantos miedos y al mismo tiempo alegría por tenerte de vuelta. Me abrazas. Sin darnos cuenta caemos en esa cadencia de besos que me hacen sentir como si nunca te hubieras ido. Extrañamente tus brazos gritan "bienvenida a casa" desde el primer momento en que me rodeas con ellos.

Ingenuamente, estúpidamente, irónicamente me pregunto ¿es éste el final de ensueño que estaba buscando?
Temo la respuesta... No me gusta comparar y menos en éste tipo de cosas, no señor, eso no me gustaba... pero la verdad es que hacía tiempo que soñaba con ese chico de tez aperlada y ojos expresivos.
Y extrañamente, en todos los sueños lo sabía mío...
Pues bien, es momento de dejar ir esa imagen y situarme...
-Focus, Perla... Focus.- Me repito mentalmente hasta el cansancio. Es más, podría jurar que ya sabía que luego de esa estúpida frase no vendría ese "focus" que estaba buscando.
-¿Estás lista para ir a casa? - Me susurra con esa estúpida voz seductora. -Tal vez quieras volver ya, me refiero a que comienza a helar y ya es tarde- Continúa él, como dandóse cuenta de que mi humor ha cambiado.
-Ehh... si, tal vez debería volver a casa- le digo mientras me suelto suavemente de ese abrazo asfixiante. Noto como su postura y gesto cambian, como si hubiera notado que le indiqué que solo yo volvería a casa....

Cuarenta y cinco minutos más tarde me encuentro abriendo la puerta de mi habitación, dejándome caer sobre mi cama y mandando al demonio éstos tacones que me matan de cansancio.
Así termina la noche, con su fantasma nuevamente, invitandóme a hacerle el amor a su recuerdo.
¿Cómo separar lo que fue, lo qué es y lo qué será?
¿Acaso eso es posible?


Inspiración a las dos de la mañana.

Alguna noche de diciembre.
Dos quince a.m.

Paseando por la ciudad, de noche, tomados de la mano con un frío que me entumecía las mejillas.
Tu ahí, yendo por la vida sin saber lo que tu respiración me daba.
Me abrazas, cálidamente dentro de tanto frío.
Caminamos pues sin dirección y sin notarlo entramos a ese callejón que bien podría representar una de las calles del antiguo Guanajuato: tan romántico con esas penumbras, lleno de casitas antiguas, arboles silenciosos y todo éste escenario siendo testigo de la imagen que ahí acontece. El cuadro perfecto: un escenario romántico con dos enamorados de la mano.

Caminando lentamente, y tu ni siquiera imaginas lo que pasa por mi mente. Tantas dudas, tantos miedos y al mismo tiempo alegría por tenerte de vuelta. Me abrazas. Sin darnos cuenta caemos en esa cadencia de besos que me hacen sentir como si nunca te hubieras ido. Extrañamente tus brazos gritan "bienvenida a casa" desde el primer momento en que me rodeas con ellos.

Ingenuamente, estúpidamente, irónicamente me pregunto ¿es éste el final de ensueño que estaba buscando?
Temo la respuesta... No me gusta comparar y menos en éste tipo de cosas, no señor, eso no me gustaba... pero la verdad es que hacía tiempo que soñaba con ese chico de tez aperlada y ojos expresivos.
Y extrañamente, en todos los sueños lo sabía mío...
Pues bien, es momento de dejar ir esa imagen y situarme...
-Focus, Perla... Focus.- Me repito mentalmente hasta el cansancio. Es más, podría jurar que ya sabía que luego de esa estúpida frase no vendría ese "focus" que estaba buscando.
-¿Estás lista para ir a casa? - Me susurra con esa estúpida voz seductora. -Tal vez quieras volver ya, me refiero a que comienza a helar y ya es tarde- Continúa él, como dandóse cuenta de que mi humor ha cambiado.
-Ehh... si, tal vez debería volver a casa- le digo mientras me suelto suavemente de ese abrazo asfixiante. Noto como su postura y gesto cambian, como si hubiera notado que le indiqué que solo yo volvería a casa....

Cuarenta y cinco minutos más tarde me encuentro abriendo la puerta de mi habitación, dejándome caer sobre mi cama y mandando al demonio éstos tacones que me matan de cansancio.
Así termina la noche, con su fantasma nuevamente, invitandóme a hacerle el amor a su recuerdo.
¿Cómo separar lo que fue, lo qué es y lo qué será?
¿Acaso eso es posible?