viernes, 11 de octubre de 2013

Final.

El final había llegado. Luego de tantas cosas, luego de tantas lágrimas la noche anterior.
Muchas veces le habían advertido: no es bueno esperar algo de las personas. Si no cumplen las expectativas es probable que duela. Pero claro,ella, obstinada como siempre; había decidido ir más allá y entregarse por completo. Ponía a su disposición su tiempo, sus recursos, sus ganas y sus fuerzas. Había cancelado varias veces compromisos importantes por quedarse tumbada en su colchón una hora más.
Erronéamente había puesto todo cuanto tenía a sus pies.
Erronéamente, por que a él nunca le importó.
De pronto, sin más, a ella se le cayó la venda de los ojos: había buscado tanto tiempo avanzar un poco más y nunca lograba llegar a ningun lado. Estaba cansada. Esta vez había llegado al límite.
Había notado que a el no me importaba cancelarle a ella, no le importaba hacerla esperar horas por una llamada. No le importaba ilusionarla con palabras y romper su corazón (otra vez) con hechos.

Esta vez había sido suficiente. Esta vez primero era ella.
Y así acabó la historia.
Con lágrimas, igual a como había empezado. Con una ilusión que siempre vuelve, con lágrimas, con la decisión firmemente plantada. Con ella mandando al diablo todo, harta de todo.

Y aún así, solo se me ocurre amarte.

Final.

El final había llegado. Luego de tantas cosas, luego de tantas lágrimas la noche anterior.
Muchas veces le habían advertido: no es bueno esperar algo de las personas. Si no cumplen las expectativas es probable que duela. Pero claro,ella, obstinada como siempre; había decidido ir más allá y entregarse por completo. Ponía a su disposición su tiempo, sus recursos, sus ganas y sus fuerzas. Había cancelado varias veces compromisos importantes por quedarse tumbada en su colchón una hora más.
Erronéamente había puesto todo cuanto tenía a sus pies.
Erronéamente, por que a él nunca le importó.
De pronto, sin más, a ella se le cayó la venda de los ojos: había buscado tanto tiempo avanzar un poco más y nunca lograba llegar a ningun lado. Estaba cansada. Esta vez había llegado al límite.
Había notado que a el no me importaba cancelarle a ella, no le importaba hacerla esperar horas por una llamada. No le importaba ilusionarla con palabras y romper su corazón (otra vez) con hechos.

Esta vez había sido suficiente. Esta vez primero era ella.
Y así acabó la historia.
Con lágrimas, igual a como había empezado. Con una ilusión que siempre vuelve, con lágrimas, con la decisión firmemente plantada. Con ella mandando al diablo todo, harta de todo.

Y aún así, solo se me ocurre amarte.